"El pájaro, hasta cuando anda, se nota que tiene alas"

martes, 20 de julio de 2010

Triplete

La semana pasada, 13 de julio, el hijo pródigo (aka Mierder) volvía a visitar la zona arbolada de detrás de Física. Hubo de todo: obispillo limalimón, lluvia de confeti, recelos justificados ante la palabra dada, discusiones inútiles sobre cómo saber si estábamos ante Mierder y final feliz, pues todo apuntaba a que volvía para quedarse.

El jueves 15 de julio, recibo una llamada de Héctor completamente fuera de sí: "Dos! Son dos! Bueno bueno bueno, acabo de ver dos! Qué fuerte, dos!" Así aparecía la posibilidad de que Mierder estuviese enseñando a su pequeño a valerse por sí mismo. Ninguno de nosotros volvimos a ver a los dos.

Hoy martes 20 de julio, después del café del coi, Héctor y yo (Chelo currante) vimos a los dos salir volando por la zona del pabellón. Nos sentamos a lo boina verde para esperar a que volviesen o a verlos pasar, y a los cinco minutos vi pasar a tres pitos hacia detrás de Física. No hubiese jurado en aquel momento que el primero fuese un pito real, pero la posibilidad era emocionante. Los seguimos hasta ver cómo uno salía hacia los madroños. Cuando nos acercamos volví a ver a las tres siluetas, esta vez claramente, volar hasta los pinos fétidos, donde los escuchamos relinchar con ternura un rato.

Mierder con dos polluelos? Mierder con su pareja y un polluelo? Mierder y otros dos solteros malotes? Cualquier otra movida? Se admiten apuestas, pero yo voto que lo máximo que veremos serán tres obispillos.

Cuculus Canorus (Cuco) - 19/07/2010

Lo divisó Héctor cuando volvíamos al trabajo por la tarde, por detrás de Física, al notar que parecía una paloma pero que claramente no lo era: vuelo rápido y directo sin apenas batir las alas, éstas afiladas en la punta. Como leímos después, podría confundirse en color, forma y vuelo con un gavilán. En la segunda observación, a los pocos minutos, enfrente de Óptica se vió que no tenía un color liso en la cola.

El mismo día al salir de la facultad los tres confirmamos que se trataba de un cuco, pues lo pudimos ver con buena luz a menos de veinte metros. Plumaje gris oscuro con el pecho listado de blanco, ojos amarillos y cabeza como despeinada. Posado en las ramas deja caer el culo hacia atrás y no pliega del todo las alas, aunque también se le veía cómodo en el suelo. No lo oímos cantar.

Leyendo a los maestros aprendimos algo sobre sus crueles costumbres de nidificación: una madre se especializa en un tipo de pájaro, y si puede utiliza todos los años el mismo nido. En el norte de España parece ser que prefieren los chochines. Además, en Asturias y en Rusia es tradición preguntarle al oírlo cantar cuánto más vivirás: Cuquiellu marmiellu, rau de perru, ¿Cuántos años hai d'equí al mio entierru?