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Lo divisó Héctor cuando volvíamos al trabajo por la tarde, por detrás de Física, al notar que parecía una paloma pero que claramente no lo era: vuelo rápido y directo sin apenas batir las alas, éstas afiladas en la punta. Como leímos después, podría confundirse en color, forma y vuelo con un gavilán. En la segunda observación, a los pocos minutos, enfrente de Óptica se vió que no tenía un color liso en la cola.
El mismo día al salir de la facultad los tres confirmamos que se trataba de un cuco, pues lo pudimos ver con buena luz a menos de veinte metros. Plumaje gris oscuro con el pecho listado de blanco, ojos amarillos y cabeza como despeinada. Posado en las ramas deja caer el culo hacia atrás y no pliega del todo las alas, aunque también se le veía cómodo en el suelo. No lo oímos cantar.
Leyendo a los maestros aprendimos algo sobre sus crueles costumbres de nidificación: una madre se especializa en un tipo de pájaro, y si puede utiliza todos los años el mismo nido. En el norte de España parece ser que prefieren los chochines. Además, en Asturias y en Rusia es tradición preguntarle al oírlo cantar cuánto más vivirás: Cuquiellu marmiellu, rau de perru, ¿Cuántos años hai d'equí al mio entierru?
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